lunes, 23 de julio de 2007

Pedaleo en primera persona (sorry por la autorreferencia)


Por primera vez pude hacer un ensayo de periodismo en primera persona en "El Mercurio". Me sentí feliz, un poco liberado del yugo de la información tan formal a la que debo ceñirme en el ajetreo diario. No está completamente logrado, por un tema básicamente de espacio, pero creo que puede ser interesante como demostración que el periodismo informativo no sólo puede hacerse desde la omniscencia y poco compromiso de un narrador en tercera persona. Es un artículo sobre las ciclovías en Santiago, y espero les guste...


Fuente: El Mercurio (8.7.07)

Segregación de pistas para bicicletas:

Mejora conexión de ciclovías en sector oriente
Recorrer Santiago en dos ruedas aún no es posible, pero hay avances.


RENÉ OLIVARES S.

Ser una ciudad moderna y no contar con una red de ciclovías parecen ser dos cosas incompatibles, y los alcaldes de la zona oriente de Santiago asumieron el desafío. Cada uno se ha preocupado de generar sus propios caminos exclusivos para bicicletas, pero, ¿si me subo a mi bicicleta, puedo llegar a alguna parte, sin echar de menos el auto?

Bajo la premisa de llegar al cerro San Cristóbal, donde se junta la mayor parte de los "bicideportistas" de fin de semana, llegamos a Av. Grecia con Los Molineros, en Peñalolén. Según el mapa de ciclovías, éste es el punto más distante de la zona oriente que posee un camino segregado para andar en bicicleta.

"En Santiago se da la cruel paradoja de que quienes poseen más kilómetros de ciclovías son los habitantes del sector oriente, y quienes más ocupan la bicicleta como medio de locomoción son las personas de las zonas populares", me explica Claudio Olivares, uno de los fundadores del movimiento cicletero "Arriba'e la chancha".

Para muchos habitantes de la capital, esos caminos que se construyen como réplicas en miniatura de la calzada, con línea de demarcación al medio y señalética, sirven sólo para dar una vuelta "recreativa" o hacer deporte.

Yo tenía la convicción de que a algún lugar se podía llegar, y quería hacerlo al cerro, en un viaje de unos 20 kilómetros. Partimos, y al poco andar nos tocó la primera prueba: sortear la rotonda Grecia. Ninguna facilidad para el ciclista. Punto para el auto.

Tras pensar por un instante que nunca podría llegar a escribir esta nota a causa de un conductor imprudente, logramos cruzar la avenida, y con ello, cambiar de comuna, de Peñalolén a Ñuñoa. Y claro, como son caminos municipales, cada cual lo hace a su pinta. Éste, que corre por Grecia entre Vespucio e Ignacio Carrera Pinto, nos recibe en la esquina ¡sin una subida para bicicletas! La cuneta tan alta como en cualquier otro punto de la cuadra. Esto, incluso, me hizo olvidar por un segundo que la estación de metro en el lugar no tiene estacionamiento para bicicletas, pese a que dos ciclovías confluyen en ella. Doble punto para el auto.

Después, un camino sinuoso, pero agradable hasta la calle Doctor Johow, por donde tomamos una ciclovía recientemente inaugurada, pero con más lomos de toro que caletera de autopista concesionada (por culpa de las entradas de vehículos).

Llegamos a la Plaza Ñuñoa, donde se acaba nuestro camino. Avanzamos bastante, pero no estábamos en el cerro, que era la meta, así que decidimos tomar Irarrázaval hasta A. Varas, donde comienza otro camino exclusivo para ciclistas hacia el norte.

El camino cambia. Aquí la ciclovía, entre Irarrázaval y Santa Isabel, corre por un costado de la calzada, separada por tachones. "Este tipo de camino para bicicletas (y no el que corre por las veredas) es el mejor, porque integra el camino a la calle. Obliga a los autos a estar atentos a los que pasamos en 'bici'" me dice Claudio. Así seguimos hasta la calle Puyehue con Miguel Claro. La retomamos en el Parque Bustamante, hasta Plaza Italia. Ya estamos a un paso del cerro, pero no hay una vía expedita, aunque se construirá por Pío Nono hasta el cerro. Mientras eso ocurre, debemos esquivar al comercio ambulante, peatones y autos que abundan en Bellavista, aunque finalmente llegamos al cerro.

De ahí hasta arriba es otro cuento.

1 comentario:

Rodrigo Vergara dijo...

La primera persona es lo peor... es autoreferente y sin gracia... no será mucho pensar que a alguien le importa lo que me pase o lo que YO pueda sentir... la peimera persona apesta... leí tu blog y como ya te pagué la plata, te voy a dar un link en el mío... chavela